lunes, 6 de febrero de 2012

El cine es vida. Pequeño homenaje a François Truffaut.




¿Y si el cine en realidad es la muestra de que la realidad existe? ¿De que todas esas historias que nos dejan colgados al salir de una sala, no son más que reflejos de todas las vidas alrededor nuestro?

Hoy François Truffaut cumpliría 80 años, y hay un centenar de homenajes en esta ciudad que lo vio nacer, crecer y hacerse adulto y cineasta.
Es interesante que Truffaut haya sido tan fiel a Paris, como a su propia vida en tantas de sus películas, dejándonos realmente uno de los legados más hermosos que jamás comprenderé por qué tantos padres modernos se niegan a mostar en DVD a sus hijos con esta moda de no tener ni siquiera aparato de TV en casa...

François Truffaut llegó a mí muy joven, cuando una vez en un gran programa de tv que existía en Bs As y daba películas clásicas (para adultos, pero quand même yo las veía ya a los 11). Esa noche de sábado dieron "Les quatre cents coups", conocida en español como "Los 400 golpes". Una película que mi padre adoraba y tenía entre sus favoritas.

¿Como evitar los lazos que el cine establece para con nosotros, y nuestra vidas? "Los cuatrocientos golpes" es el reflejo de una infancia golpeada, triste y sin embargo contada con cierto humor, ternura y realidad.
No tardé mucho en darme cuenta cómo mi padre se sentía altamente identificado en ese Antoine Doinel que se presentaba por primera vez de la saga que lo haría el alter ego eterno de François Truffaut, y de tantos otros como mi padre.


Doinel es realmente despreciado e ignorado por sus padres. Una infancia tan trágica y triste como la del mismo Truffaut, abandonado prácticamente en manos de terceros por sus padres, habiendo sido hijo del azar. Los cuatrocientos golpes retrata el dolor y la incomprensión de unos padres que por deshacerse de un chico de 12 años que roba una máquina de escribir, lo mandan a un reformatorio.

Truffaut como Doinel, se refugian en el cine. Descubren Hitchcock y los grandes cineastas franceses como Abel Gance o Jean Renoir.
Una vida intímamente ligada a la pantalla. Una infancia salvada por la imagen.
Antoine Doinel (su actor,  Jean Pierre Léaud de un parecido tremendo con Truffaut) sube al podio de Cannes en 1959 con Truffaut a recibir el premio a mejor película, un éxito que marcará toda una saga de Doinel.

Y luego toda la vida de crítico, de militante del cine que hará trizas la academia a través del correo de Cahiers du Cinema una revista histórica que aún sobrevive.
Si alguna vez pasan por Paris, no dejar de ver la exposición permanente donde se encuentran todas las cartas, manifiestos y notas que la revista llevó a adelante contra el abuso de poder de De Gaulle en mayo de 1968 en Paris.

Y a no perder una sola de sus películas donde Paris sigue siendo la gran anfitriona.


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