Como
se ve por aquí, la experiencia de tener un hijo despierta viejos recuerdos de
infancia, con los que inevitablemente hacemos una transmisión a nuestros
repollos. La manera en la que la hacemos dependerá a su vez de las nuevas
experiencias que tenemos como padres y nuestros chicos como tales.
Uno
de los recuerdos que vino a mí hace pocos años, antes de tener a Martín, fue el
de los Barbapapas. Una serie animada que veía a veces junto a mi primo durante
algunas vacaciones de verano que compartimos en casa de mi abuela paterna. Nos
encantaba sobre todo la ternura con la cual se resolvían los problemas más
cotidianos de cualquier familia.
Al
llegar a Francia redescubrí todo ese maravilloso mundo creado en 1970,
precisamente en Paris y para ser más específicos, en un parque que me gusta
mucho, los Jardines de Luxemburgo.
Talus
Taylor de origen canadiense, paseaba con su mujer, Annette Tison por estos
jardines y durante todo este paseo escuchaba a los chicos decir algo que no
lograba distinguir ya que no hablaba francés, algo como "barbapapa". Su mujer, parisina, le explicó que se
referían a los algodones de azúcar que se venden en los jardines que los chicos
tanto adoran, y que en Francia se llaman Barbe à papá (la barba de papá).
Así
nació la primera aparición de Barbapapá, un personaje con forma de algodón de
azúcar pero con la capacidad de poder transformarse en distintos objetos.
Primero
fueron los libros, y luego la serie de TV. El primer episodio lo volví a ver
hace poco en la tele y es cuando Barbapapá está triste porque está solo y sus
amigos (humanos) lo llevan a la búsqueda de una Barbamamá, dando origen a la
familia de 7 hijos.
Tanto
los libros como las series fueron traducidas a varios idiomas y se vieron en 40
países, convirtiendo a Barbapapá en una tira popular, si bien no tan conocida.
Desde
hace algunos años, los franceses han reivindicado estos personajes, con
merchandising, con reediciones y nuevos títulos.
Para
mi cumpleaños, mi esposo me regaló uno, llamado Barbapapá Baby sitter. Me hizo
mucha gracia pero al mismo tiempo pensé que siendo un libro de 1974, reflejaba
el espíritu de época donde las francesas consiguen poco a poco este sistema de
guarderías de niños para continuar su emancipación profesional.
Los
Barbapapá presentan problemas que son todavía actuales. La relación con la
naturaleza, el buen trato a los animales, y la solidaridad como valores de una
ética de alguna manera pasada de moda en estas sociedades más modernizadas. Sin
embargo, la vuelta a la serie y a los personajes, no sólo reconforta a mi
generación (de poder ahora sí comprarnos todos los chiches vinculados a ellos) sino
que también augura toda una linda enseñanza a nuestros hijos, que escasea en
muchas de las series animadas actuales para niños.
Si no los conocen, acérquense al
mundo Barbapapa, su site oficial es www.barbapapa.fr pero hay mucho más, sobre
todo en sus libros.
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