Martín está empezando a caminar,
de costado y agarrito de nuestras manos y sigue desarrollando su faceta
exploradora, en resumen, no hay quien lo pare.
Se hace tan cansador seguirle el
ritmo (sumado a que ahora decidió que no quiere dormir aunque se le cierren los
ojos de sueño) que empecé a cambiar la rutina y a agregar la visita a algún
parque, en modo más extensa.
Antes, íbamos a pasear, a darle
su comida y poco más. No era gran fan de los parques en el verano porque hacía
mucho calor, y había mucha gente con niños corriendo por todos lados y entonces
encontrar un lugar donde poder sentarse en la hierba se hacía casi imposible.
Ahora está empezando el otoño,
muchos de los niños y mamás están en la escuela y el clima es más agradable, el
sol comienza a ser más tenue y nos dan unas tremendas ganas de aprovechar hasta
el último rayo de sol y buen tiempo antes del duro invierno parisino.
Entonces ahora los parques son
una gran opción para quemar energías de bebé. Lo primero es revisar si la
hierba está limpia y en eso los parques parisinos suelen ser bastante buenos,
siempre hay algún lugar donde todos puedan ubicarse a hacer un pic nic sin
temor a caer sobre el sorete (caca) de algún perro.
Así, "suelto" a bebé
que comienza a recolectar hojas secas, porque descubre texturas y el ruidito
que hacen ("crash..." ) le encanta y se cuelga en esta actividad un
buen rato. Luego comienza a gatear sobre la hierba, y tira de ella, sintiéndola
entre sus manitos.
Hoy nos acercamos a una parte del
Parc Leon Salagnac de Malakoff, donde era todo arena y piedrecitas. Fue todo
un descubrimiento dejarlo tocar la arena y dejarla escapar entre sus deditos.
Aluciné con esta imagen, y si bien fuimos acosados por otros niños ya
caminantes (uno nos trajo como ofrenda una zapatilla de su hermana, todo un
detalle hay que decir) Martín permaneció concentrado en la arena, marcando surcos
y acariciándola.
Todos los parques en Paris tienen
"spots" de césped o hierba donde poder reposar y dejar a bebé gatear,
aunque siempre hay que seguir de cerca sus pasos para ver donde pone sus
manitos, pero suelen ser bastante limpios. Antes de irnos le limpio las manos
con el gel de manos y con un poco de agua que llevo siempre en una botella.
Esta semana visitamos el Parc
Choisy en el 13ème, que tiene unas fuentes juguetonas, el Parc Georges Brassens
en el 15ème que tiene su estanque lleno de patos (es gracioso verlos con el
culo para arriba cuando se agachan a comer algo), y el Parc Citroën también en
el 15 ème que vale la pena porque su globo aerostático en el centro es ya una
cosa que les encanta ver a grandes y chicos, si bien la subida cuesta entre 10
y 12 euros y parece ofrecer una bonita vista de Paris. De todas formas desde
allí se puede bajar al Sena y caminar por su rivera hasta la Torre Eiffel, en
unos 30 minutos de caminata relajada fuera del turismo.
Seguiré promocionando y reseñando
más parques y sus ventajas.
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