martes, 29 de noviembre de 2011

Mama en Buenos Aires II. La Paranoia argentina y el desarraigo



Tenía tantas ganas de venir, acumuladas. De traer a mi hijo, de venir con mi esposo y de ver amigos.
Exceptuando por unos poquísimos amigos que han sabido recibirnos, darnos su cariño y esperarnos como nosotros esperábamos venir, y mi mamá en su rol de abuela, el resto de este país, y de esta ciudad deja todo que desear...

En primer lugar, la paranoia que persigue a los argentinos: que les roben.
Parece que ven malhechores por todos lados. Hemos sufrido dos sospechas sobre nuestras personas (una pareja con un bebé en un cochechito pueden ser sospechados de ladrones!!! ¿en qué mundo estamos?) y cada vez que entramos en una tienda somos foco de miradas desagradables.

Me vengo quejando del maltrato hacia los extranjeros en Europa toda, y llego a este país donde naci y crecí para ser objeto de otra sospecha, robar la propiedad privada de una buena parte de argentinos que se siente amenazada, acorralada, vaya a saber por qué o por quienes y maltrata a todo aquel que parece sospechoso de no ser normal o "gente como uno".

La sensación que tengo es de tristeza, frustración, quisiera irme mañana mismo, y de resignación.
Confirmo una vez más que lo único que me ata es mi madre y mis pocos seres queridos, porque cada vez son menos realmente los que nos han conservado como sus amigos a la distancia. Uno se va y la gente deja de considerarte para todo. Pocos son los que se acordaron de nosotros por mail por ejemplo.

¿Adonde piensa este país llegar si un hombre con un cochecito podría (teóricamente) robar un banco? ¿a donde piensa que está, en la escena internacional, este país si la gente puede sospechar de robo a una familia que pasea, sin más por la ciudad?

Me siento realmente asqueada y bajoneada. Si no fuera por lo poco que mencioné que me une a esta ciudad, me iría mañana mismo. Y todavía me falta un mes que habia planeado como unas vacaciones maravillosas.


El Desarraigo
Llegar y sentirse otro extraño. Parece que ser expatriado es eso. No soy de aquí ni soy de allá. Creamos una patria nueva, que algunos llaman la diáspora pero que en realidad es una nube amorfa de no-nacionalidades que nos une a unos pocos, ciudadanos del mundo.

Lamento que mis ansias de venir a comer asado, y helado se empañen por este contexto social, pedorro, donde la gente no hace más que sospechar del prójimo y de encerrarse en sus casas con alarmas y en sus tiendas con llave!! y con agentes de seguridad.


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