domingo, 29 de enero de 2012

Dibujos no tan infantiles. Comics de Suecia: Joanna Rubin Dranger y los traumas de la infancia.




Hace dos noches vi un corto de animación llamado "Miss remarkable and her career". Me alegré mucho de ver que un cómic tan bueno que había descubierto hace unos años en Madrid hubiera llegado al cine y hasta hubiera tenido una nominación en el festival de Annecy (del que hemos ya hablado en otro Post...)

Encontré una tarde un libro de Joanna Rubin Dranger, en una librería que de paso recomiendo a los que anden por Madrid, sobre la avenida Quintana, casi esquina con Martín de los Heros, barrio de Argüelles. (Tenía mucho material de arquitectura, diseño y algo de ilustraciones, mucho importado, vale la pena acercarse, la recuerdo como muy acogedora).

Recuerdo que aluciné con esta historia, una dibujante, preparada en las mejores escuelas de Suecia hacía su autobriografía en un cómic muy particular donde se metía con el gran tema de la paternidad/maternidad y las exigencias que ponemos sobre nuestros hijos.

JRD realiza un perfil de las angustias, las depresiones, el stress de "tener" que ser una mujer perfecta, una profesional de primer orden, un nivel de autoexigencia que la lleva constantemente al fracaso o a la autopercepción del mismo.

Perseguida por la bestia negra,  un cúmulo de tinta negra que la sigue permanentemente y la acosa, ella no puede sentirse feliz, ni satisfecha con nada de lo que emprenda. Todo le parece inferior a las expectativas de los otros.

Todo esto suena tan conocido, y se vincula con el rol de los padres sobre las expectativas que se ponen en los niños a futuro. ¿cuantas veces hemos sentido culpa, vergüenza o temor de decirle a nuestros padres que no, que no somos eso que ellos creen o quieren? ¿Cuantas veces buscamos aún de adultos la aprobación a nuestros actos en ellos? ¿Cuantas veces hemos notado el eterno gesto de la insatisfacción de nuestros padres hacia nuestros actos?

Sus libros han sido lamentablemente poco traducidos, sólo al inglés, como el de Miss Remarkable o algunos cuentos infantiles que vuelven un poco sobre las emociones en los niños como "angry","sadness" y "glad" donde a partir de trazos de colores diferentes para aprender con ellos a expresar sus estados emocionales.

Más allá de su profesión, aclamada (a pesar de sus "issues") en su país, Suecia, Joanna Rubin Dranger desarrolla una línea personal en los guiones de sus cómics sobre el peso de las relaciones de género, (siendo una gran militante feminista y del movimiento gay) y las imposiciones que causan irritabilidad en la vida diaria de la tan conocida división del trabajo, la mujer y los niños, el hombre y el trabajo.

No sólo la recomiendo si pueden acceder a alguno de sus libros sino que llamo a la reflexión sobre los traumas que esta sociedad está creando en nosotros como mamás o como hijas...

Su página aquí, algunos de sus libros por amazon.


jueves, 26 de enero de 2012

Las Playlists de Martín nº 30. Hey, Stacey Kent, ¡que mundo maravilloso!




Hay tanto para decir y tan poco tiempo...

Entre el cansancio, una gripe arrastrada de mamá y de bebé y la despedida de una amiga que nos acompañó y mimó unos días mientras papá está fuera (gracias Patri por venirte desde la soleada Madrid!) a seguir .

La maternidad es la revolución más grande, y todo lo que se dice es una de las mentiras más usuales. En verdad hay anto para amar y tanto para odiar, al mismo tiempo,  como la vida misma.

Y de casualidad, caí en las rebajas de la FNAC y encontré este maravilloso disco de Stacey Kent "Breakfast on the morning tram" (2007) cantante, vamos decir, catalogada de Jazz contemporáneo. Es increíble la suavidad y la dulzura en la voz de esta mujer. En 2010 "raconte-moi" un disco en francés fue el más vendido fuera de Francia y aquí!. Tiene un timbre tan agradable que puede cantar toda la bossa que quiera (y lo hace super bien) y animarse a Serge Gainsbourg en "ces petit riens", canción que pronto colgaré.
Me enamoré de dos canciones, que conocía bien desde hacía muchos años pero sus versión es realmente emocionante.

Elijo hoy en este día de lluvia y frío (número quichicientos de esta semana) "What a wonderful world" una canción archi conocida en la voz del grande Louie Armstrong, revisitada en los años 80's en la película Buenos Días Vietnam, y siempre tan querida y tan escuchable.

Pero en la voz de Stacey Kent me sonó palpable, cercana, como esos momentos donde el cerebro hace click y todo se comprende claramente, se hace una luz y vemos como las imágenes en 3D de esos libros de hace unos años donde que había que quedarse vizco para descubrir maravillosos paisajes que casi nos permitían entrar.

Por eso me permití hacer una traducción para los que no la conozcan o sólo conozcan su música. Y a escuchar en la columna de la derecha.

Veo árboles en retoño, rosas rojas también
Las veo en pimpollos, para mí y para tí
Y pienso para mí mismo... que mundo maravilloso...

Veo cielos celestes., nubes blancas
Días bendecidos y brillantes... y oscuras sagradas noches
Y pienso para mí mismo... que mundo maravilloso...

Los colores del arcoiris... tan lindos en el cielo!
Se reflejan también en las caras de las gente que viene y que va
Veo amigos tomándose la mano... diciendo "como estas?"
Están realmente diciendo... "yo te quiero".

Escucho bebés llorando... y los veo crecer
Ellos aprenderán tanto más de lo que nunca podré saber
y pienso para mí mismo... que mundo maravilloso.

Los colores del arcoiris... tan lindos en el cielo
Se reflejan también en las caras de las gente que viene y que va
Veo amigos dándose la mano... diciendo "como estas?"
Y están realmente diciendo "yo te quiero".

Escucho bebés llorando... y los veo crecer
Tú sabes que van a aprender
un montón más de lo  que nunca podremos saber
y pienso para mí mismo... que mundo maravilloso,
y pienso para mí mismo... que mundo maravilloso...

domingo, 22 de enero de 2012

Más historias de avión. Masoquismo aéreo.

(Me quedé todavía con la sensación de un viaje muuuy largo y aquí vuelvo.)

Dentro de un viaje existen otros comportamientos además de los que mencionamos en el post sobre bebés en el avión. Este, tiene que ver tanto con adultos como teber bebés.

El cinturón de seguridad en el avión es fundamental, no sólo por lo que supuestamente nos protege de una turbulencia intensa sino por todo lo que nos impide hacer y el mandato que inscribe en nuestro cerebro por la cantidad de horas que viajemos. Mientras más viajemos, más veremos la luz (encendida o no, aunque más veces encendida que apagada) de Fasten your seatbelts" .

Entonces, ¿cuantas veces debemos estar ajustándo el aparato? Unas cuantas, muhas y tediosas veces, aún dormidos.
Con un bebé, que viaja con nosotros debemos agregar un lazo extensor para ajustárselo a él también, cosa que se convierte en otra pesadilla de viajar con bebés en un avión. ¿como explicarle a la criatura de 12 o 14 meses que debe quedarse mas o menos quieto ajustado a ese lazo que a su vez nos ajusta a nosotros, cual otro tipo de cordón umbilical doble?
Pues yo no pude, o no supe, y una vez más nuestro bebé no hace mas que luchar contorsionándose para zafar del adjunto elemento y emitir sonidos poco agradables al oído humano.

Existen también otras situaciones donde nos preguntamos ¿cuando diablos va a apagarse esa maldita luz? ¿cuando podremos ser libres otra vez para ir al baño? Digo esto porque debe pasarle a muchos que nos meamos encima prácticamente por no poder levantarnos, y lo que es más intenso es cómo ese mandato interno nos mantiene callados, atados, dicho de otra forma, sometidos, y hasta permite que nos hagamos pis encima! Incluso si intentamos de todas formas levantarnos, y encaminarnos tambaleándonos por la turbulencia (viendo como todo el mundo está atado a su silla) hacia el baño, no falta azafata o azafato que nos tire la bronca por el hecho y como niños malcriados (que no sabemos comportarnos con las normativas de un avión, como diría Seinfeld) nos manda con un sermón a sentarnos nuevamente "hasta que la turbulencia acabe". Y la verdad que siempre hacemos caso omiso, porque no conozco nadie que se rebele, eche a un lado al azafato o azafata en cuestión y abra la puerta del baño como último recurso.

Pero lamentablemente esto no acaba ahí, porque a veces notamos como el avión vuelve lentamente a su movimiento cadencioso de minutos antes y pensamos "ahora se apagará la maldita luz de los cinturones" y sin embargo, no. Dura, persiste, como si alguien se hubiera olvidado, y vemos que los azafatos vuelve a desplazarse con facilidad por los pasillos aunque las luces siguen allí, y nosotros atados, como castigados por unos minutos más. ¿no es esto masoquismo aéreo, propiamente dicho?

Otra peasdilla viene cuando nos queremos dormir, y a decir verdad dormir atado es dificil, y sumado a nuestra impotencia de movimientos (siempre considerando que viajamos en clase económica y por eso repito, ¿para cuando la democracia de la Primera Clase?) el cinturón debe estar ajustado cuando vuelven a encenderse las lucecitas de fasten your seatbelts.
Entonces yo desarrollé un pequeño método antes de tener que dormir con un bebé encima, que consiste en ajustarlo pero soltar el lazo bastante para que me permita moverme y al menos colocarme en una posición que me permita dormir y que el estar atada a esa cosa no me despierte. Y sobre este "hecho" me coloco la manta encima.

Vi hace poco un episodio de otra serie (30 Rock) donde un personaje piloto comenta que cuando ve mucho follón en el avión impone el "Código aéreo" que consiste simplemente en encender la puta lucecita de los Fasten your Seatbelts. Me pareció que esto aclaraba bastante el martirio asumido.




lunes, 16 de enero de 2012

Las Playlists de Martín (en 2012) nº 29. Clásicos del jazz por Diana Krall



En este 2012 me parece que vamos a numerarlas más fácilmente. Y para eso, si bien seguiremos la numeración utilizaremos el alfabeto arábigo de siempre, porque sino, me ocupa mucho espacio...

Después del post de Baby on Board (si siguen leyendo más abajo lo encuentran), nada mejor que esta canción, un clásico del Ipod de viaje (o sino, debería serlo!).
Hay miles de versiones, como pasa con muchas canciones, y de las que más me gustan son las de Franck Sinatra y la de Tony Bennet.
Sin embargo, elegí para esta playlist una intérprete femenina que me tient au coeur como dicen x acá, Diana Krall. Hace tiempo que no oigo cosas nuevas suyas, pero me quedo en sus versiones especiales de viejos clásicos.

Este es uno de ellos. ¿Alguien pudo verla en vivo alguna vez? Yo no, pero me encantaría. Parece transmitir tanta cadencia que el placer de oírla relaja y te acomoda y es de esas canciones que calman ahora a M con problemas de desarreglo horario, y a su mamá, como siempre en los últimos meses, cansada...

No se duerman, (o sí, si lo hacen con el mismo placer que se escucha música) y disfruten de una versión de la Krall ¡en vivo!.

Hay nuevas y lindas listas de canciones para este nuevo año. Así que sígannnos que intentaremos no defraudarlos.

Como siempre a la derecha del blog en la columna de musical.


Baby on Board o peripecias de padres en al avión



En el viaje de vuelta tuvimos la ¿suerte? de ser un grupo de 25 familias con bebés (no había manera de conseguir buenos asientos) y un avión completo.
Una de las cosas que siempre molesta en un viaje largo (o no tanto) es el llanto de los bebés.

En otro post mencioné las dificultades de distraer a Martín de un vuelo, y consolarlo cuando llora porque le duelen los oídos.
Hay que decir en pocos meses hemos avanzado. El vuelo de ida a Buenos Aires no fue tan malo y el de vuelta tampoco.
Pero lo que es notable es la actitud de ciertos pasajeros que no se bancan que un bebé llore, cuando es lo que hacen los bebés. Deberíamos decir, los perros ladran, las vacas mugen, los gatos maúllan y los bebés: lloran.

Un vuelo de 12 horas no es menos para molestar a un bebé si a un adulto nos agota y nos deja extenuados (y todos contracturados de viajar en clase económica por supuesto, ¿para cuando lugares en Primera aunque sea por sorteo?).

La verdad es que hubiera trompeado a varios, pero como una vez vi en Seinfeld, la gente en los aviones debe comportarse de una manera lo más políticamente correctamente. Entonces nadie va a decirte "callen a ese bebé" que es lo que están deseando hacer. Ni vos vas a levantarte a darles un buen schiafo a quienes parece, tienen ganas de tirarte desde arriba con el baby incluido.
Sin embargo, para eso existen las miradas. Y se desata una carrera de miradas cruzadas, de esas que te espían por entre las dos butacas del avión, cual viejas chusmas que se esconden detrás de los respaldares, y las tuyas (o las mías en este caso) que son afiladas y de "decime algo porque te arranco los auriculares de un saque". ASí, todo dura mientras el bebé llore, que puede ser 10 o 30 minutos si el tema es complicado (como a M que se le ocurren salir sus dientes cada vez que viaja...).

Léase que se trata de mini diálogos silenciosos, enfrentamientos de lo más violentos, de caras de "te pondría una mano encima para que dejes de mirarme así" o de "callá a ese bebé de una puta vez, madre inútil", y todo con el ambient music del llanto.

Me pregunto como es posible que los adultos sean (o seamos) tan soretes para olvidarnos que TODOS fuimos bebés alguna vez. ¿tan difiícil es comprender un poco que el viaje es largo y tedioso para TODOS, también para los bebés?

En fin. Creo que lo mejor sería dejar la política correcta de Seinfeld y andar con algún garrote de esos tipo "chipote chillón" a los que nos miran  mal por un "baby on board".


sábado, 7 de enero de 2012

Mama en Buenos Aires III. La despedida y resumen de la visita.




Nunca visto, casi un mes sin postear este blog. ¡que verguenza!
Razones muchas o pocas, la principal: cero ganas de escribir nada.

Nuestra estancia en Buenos Aires se termina y debo decir que ya quiero volver a casa.
Me pregunto cuanta gente que vive en otro país distinto al que le vio nacer y crecer sueña con "volver" y de pronto una vez in situ, se sienten completamente fuera de contexto.
Yo me sentí así durante dos meses. Inesperado, pero real. Extrañé como nunca mi vida en Paris, de la que tanto me quejo a veces, y sin embargo me hizo falta.

Cosas que valen la pena un viaje de 10000 km
De todo lo vivido rescato en primer lugar la posibilidad aprovechada al máximo de que mi hijo establezca y construya una relación con su abuela, en este caso mi mamá. Creo que es lo que me hizo feliz en muchos momentos en los que no deseé otra cosa que tomarme un avión de vuelta al frío invierno parisino.
¿como hacen otras mamás que viven lejos de sus propias madres para mantener o construir esto?
Yo misma viví siempre muy lejos de mis abuelos, y éstos tenían a su vez tantos otros nietos tan cerca que yo, como mucho de visita una vez por año, era tratada de igual manera (no esperaba lo contrario, o mejor dicho, sí!) como si me vieran todos los días, aunque mis abuelas eran personas extremadamente frías y distantes.

Mi vieja se pondrá triste y Martín también de no ver a su abuela tan seguido pero mejor, no pienso en eso.

Mi país, paisano
Algo que siempre se dice de los argentinos (y lo solemos decir los mismos argentinos) es que no existe otro país o lugar mejor para vivir que éste. Con todos los desarreglos políticos, económicos y etc. varios que tiene siempre se dice eso. Sin embargo, yo esta vez  sentí ganas de salir corriendo.
Los precios de todo descaradamente desmedidos, la gente en Buenos Aires con un nivel de neurosis tal que en cualquier momento parece que explota y te clava una cachetada. Y lo peor de todo, la paranoia del robo. En todos lados fuimos víctimas de agentes de seguridad que te revisan poco menos que la bombacha para ver qué te afanaste (robar, en porteño) y peor, si es el caso de ir a todos lados con un cochecito y un bebé donde directamente te siguen como si nada.

Pero por otro lado, lo de siempre, la gente que porque tenés un pibe super sociable como el mío que saluda como decía mi abuela a "Dios y María Santísima", te saluda te sonríe y te mira con complicidad. Voy a extrañar mucho eso, de ir por la calle y que todo el mundo salude a mi bebé que no para de sonreir a cuanto vecino o transeúnte se nos cruza...

Lo más divertido: los taxis
Los taxistas son un género especial, como en cualquier lado, pero en Buenos Aires te puede tocar un amargado cara de culo que te siente un acento diferente y te pasea para sacarte más dinero, o, te pueden tocar unos personajes increíbles a los que quisieras a todos, meter en un guión de película.

A todos aquellos con los que compartí charlas, muchas sobre bebés, sobre nietos, sobre vivir afuera, sobre cómo cambió la ciudad, sobre el clima, sobre el gobierno, sobre las vacaciones y sobre tantas otras cosas, les prometo que alguna vez escribiré algún cuento en su honor. Son los mejores compañeros de viajes, aún los más mala onda porque podés enojarte tranquilamente con ellos también y descargar esa bronca atravesada con la que subiste al taxi.

Palermo era un barrio
Nací en el límite de dos barrios Palermo y Almagro, aunque mi corazón siempre estuvo más de este lado de la av. córdoba, donde estaba lleno de casas viejas de PHs, de árboles altísimos, de veredas completamente desiertas y de gente que tomaba mate en la vereda.
Todo eso, se acaba, ya casi que no queda nada, y parece que ni siquiera se inunda.
Palermo se convirtió en la visita obligada de todo turista, un barrio que hoy parece prefabricado dirigido al alto consumo de indumentaria y diseño. Palermo Soho más específicamente del que hablo lavó su cara y hasta cambió su vecindario con habitantes "infiltrados" que jamás tomarían mate en la vereda, más bien lo contrario, llenan de muros y alarmas sus casas ultraprotegidas y "recicladas".

Es verdad que hay negocios lindos, entre todos los mastodontes del mercado que están presentes (no puedo creer que hasta hay un Starbucks) sigue habiendo alguno que otro negocio interesante con pequeños objetos hechos a mano que se destacan en calidad y en precio. Creatividad sigue habiendo mucha en este país.

Me irritó sobremanera en este viaje la mala costumbre de mal atender a los clientes. Los vendedores parecen hacer un favor más que vender algún producto, no conocen sus marcas, ni lo que venden ni te tratan amablemente. La simpatía quedó olvidada, enterrada con las viejas que tomaban mate en la vereda.
Creo que es una cuestión generacional. La gente que tiene hoy entre 20 y 30, parece creer llevarse un mundo (vaya a saber cual) por delante y trata muy mal a quien se cruza por su camino, si da la casualidad que son vendedores, puede ser una experiencia de mierda.

Dentro de esta vorágine de mierda y maltrato, sin embargo rescato algunos negocios que no sólo valen la pena por lo que venden sino por la gente que a veces los atiende.
La Librería Mil Grullas en Malabia y Soler especialmente por la mañana que supo aguantarnos mucho a dos lectores absortos y a un bebé que adora tocar los libros.
La cafetería La Reina Dulce en Armenia y Soler, donde me gusta más la gente que trabaja que el sabor de las tortas (ojo, no están mal). El café bar Piaccere de Gurruchaga y Paraguay donde tomé cafecito con mamá. Todos sus mozos tienen una super voluntad y paciencia para mamá con bebé (y abuela!).
La panadería Tutto Pane y sus "chipas" im-per-di bles, escondida en  Soler casi Gurruchaga. Al mozo que atiende afuera en el Bar-Restaurant EL Preferido de Palermo en Nicaragua y Borges, que nos tuvo también paciencia y nos super atendió (las rabas son exquisitas).
Y a la rotisería delicatessen "A Manger" donde supimos sacarnos el mono de tantas tapas tan ricas, tantas cositas inventadas y deliciosas y sus Pan Dulces y tortas de Navidad imperdibles, en la esquina de Charcas y Malabia.

Bueno, espero esta espontánea actualización sirva para reiniciar el Blog en el 2012.

Felicidades a todos los que nos siguieron leyendo a pesar de la ausencia y gracias!