sábado, 2 de julio de 2011

À la recherche du Dou dou perdu. Juguetes.




Hace dos días, vimos Toy Story 3, no la habíamos visto en el cine y somos fan de las dos primeras películas. Me gustó mucho, a pesar de su costado sórdido y oscuro en la vida del Oso Lotso. Me hizo pensar en algo que últimamente viene a mí, ¿dónde están mis juguetes?

Supongo que algunos seguirán en casa de mis padres (tendré que chequear en próximo viaje) y otros habrán sido regalados, donados, pero nunca tirados. Siempre tuve un afecto particular y un gran cuidado por ellos. Ayer le contaba a mi esposo que cuando era chica temía la visita de un amigo vecino, Andrés, que siempre terminaba rompiéndome algún chiche.

Es verdad, nos cuesta separarnos de ellos, aún de adultos, porque al final, se compartieron tantas cosas con esos bichos de tela o peluche o madera, etc, que da mucha pena desprenderse de ellos, es como si sintiéramos que tuvieran una vida.

Hoy me di cuenta que ayer en un paseo habíamos perdido un dou dou de Martín. Es (¿o debo decir era?) un gatito de punto con largas patas y largos brazos que bebé adoraba morder y meterse a la boca durante horas!. Lo compré en realidad hace algunos años, antes de pensar en bebés, en un Zara Home, en época de Rebajas, porque me gustó. No lo encontré hoy por ningún lado, y no es que bebé haya notado su ausencia porque es muy chiquito y tiene varios otros muñecos para morder y comer, pero a mí me dio mucha pena y salimos por la tarde a recorrer el mismo camino que hicimos ayer de vuelta a casa. Entreé en todos los negocios que estuvimos y nadie encontró o vio reportado un dou dou chat. La Recherche du dou dou perdu quedó así, concluída y sin el bonito gatito. Me da mucha pena, es el primer muñeco que perdemos y supongo que habrá sido Martín mismo que lo lanzó estrepitosamente al piso y no registramos su caída. Me acordé de Toy Story y rogué que alguien cariñoso con los juguetes lo encuentre y después de meterlo en el lavarropas le dé el mismo reconocimiento que tenía en casa.

Arriba, una foto de su último baño, secando en el balcón.

La relación con los muñecos es algo interesante, no voy a filosofar al respecto, pero les recomiendo este libro de Mo Williams, en francés se llama “Guili Lapin,  un conte moral” pero el título original es “Knuffle Rabbit, a cautionary tale”. Me gustan sus dibujos y la idea de “fábula” de su cuento, donde Guili es perdido sólo por unos minutos mientras lo meten en la lavadora… 


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