lunes, 23 de mayo de 2011

Lo que NO me gusta de Paris…




Me cansa encontrar desconfianza entre la gente. Antes me molestaba pero ahora me cansa, me fastidia, me agota. La desconfianza hacia la gente extranjera es algo muy común. Aún siendo turistas, se los atiende como tales, como gente extraña, que de tanto en vez se les puede dar una mano pero no siempre.
De todas formas, a veces, me molesta un poco las caras extrañas cuando te escuchan hablar, y es evidente que no eres francés porque tu francés tiene un acento particular. Pocas veces me encuentro con gente que pregunta de donde soy y es, al menos, simpática, con un límite.

Supongo que estas reacciones hacia lo extraño y hacia el extranjero, inmigrante en potencia, se tienen en muchos países, dada la situación actual contra la inmigración en la mayoría de los países que van mas o menos bien o muy bien. De todas formas, me sigue chocando que nadie sea al menos amable o simpático, y que no piensen que alguna vez pueda pasarles lo mismo.

Sí, Paris es una ciudad maravillosa pero realmente no invita a quedarse, lo que una dice, toda una vida.

Otra de las cosas que me “enerva” bastante es el prejuicio. Los franceses parecen dar por hecho que todo el que venga de fuera es inferior en capacidades, comprensión o habilidad mental, léase piensan siempre, que los extranjeros somos un poco mínimos, tontos o pobres gentes que venimos de un imaginario general de países horribles y “atrasados”. Los años de la colonización aún pesan encima de sus cabezas, (aún los más "progresistas" o de "izquierdas") y les cuesta acercarse o enterarse de nuestras experiencias de vida, y más aún les cuesta darnos oportunidad de mostrar lo que podemos hacer, porque de buenas a primeras, somos inferiores para ellos.

Creo que tengo para 20 posts de experiencias y reflexiones sobre este tema…  en fin, lamento pincharle el globo a la gente que venga y crea aún en el mito de la Ciudad “luz”. Ya seguiré con cosas más alegres esta semana.



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