Ser mamá te
permite hacer uso de ciertos hobbies que antes podían parecer más extraños o
“infantiles”. Antes de tener a nuestro hijo, ya teníamos cierta afición por los
juguetes pequeños, o los muñecos, de preferencia aquellos originales, de tela,
o de madera, en materiales “nobles” como dicen ahora, o “bio” como se dice en
Francia.
Es verdad que
los que crecimos entre los años 70 y 80 vivimos un poco el quiebre entre los
juguetes de madera y los nuevos de plástico. Yo siempre preferí los de madera y
aún conservo algunos.
También pasa con el mundo de los libros infantiles, super seductor, e inacabable , creo que apasiona más a los adultos que a los niños en sí que
pasan de una a otra cosa en breves lapsus de tiempo.
Me gusta
dibujar, no lo hago muy profesionalmente aunque sí de manera amateur y me
encanta indagar en los ilustradores de libros infantiles.
En otro post hablaba de las Vide Greniers en Francia y de todo lo que se encontraba. Esta es la época en que
cada fin de semana hay más de una y me estoy haciendo una buena colección de
libros infantiles.
Pero mis preferencias son cada
vez mas exigentes y no descargo en algún momento hacer uso del Etsy donde se
encuentran viejas ediciones maravillosas a relativos buenos precios.
Todo comenzó
con un pequeño libro de Miffy de Dick Bruna. Buscando datos sobre este
ilustrador descubrí que es un ícono nacional en Holanda /Países Bajos, y que
orginalmente proviene de una familia de editores. Al viajar a ciudades como
Londres y Paris, parece haber quedado maravillado por la visita a los museos de
Bellas Artes y comenzó a dibujar, provocando un gran enfrentamiento familiar.
Dick Bruna ( o
Hendrik Magdalenus Bruna) creó Miffy en los años ’50, época dorada de las
ilustraciones infantiles. Fue inspirada en su primera hija y si bien el primer
episodio habla de otros personajes se convirtió en un gran éxito traducido a
miles de idiomas.
Hay que decir
que Miffy es mucho más conocida especialmente en el mundo anglófono y en Japón.
Nunca vi un libro de Miffy cuando
era chica, supongo que no existían en español, y en Argentina es verdad que la
edición de estos libros era tan extensa en los años 70 y 80 que no era
“necesario” traducir de otros materiales.
Los años 50’s
dieron un material de diseño gráfico y de ilustración que hoy llama la atención
a más de un dibujante (hoy son artistas, en esa época era como decimos en mis
pagos “laburantes” nomás) por la originalidad de sus líneas, la radicalidad en
cortar espacios donde antes los libros dibujaban en planos muy obvios y chatos.
Un ejemplo es
este corto que recordé y busqué esta semana. Se trata de Gerald Mc Boin Boing.
Originalmente libro infantil, escrito por Dr. Seuss (maravilloso autor de
género) y llevado a la animación por Bob Cannon de la UPA, en el año 1953. Lo
notable es que este corto ganó un Oscar. Digo notable porque es una escuela
totalmente contraria o diferente a la escuela de Disney, en ese momento en
voga.
Mc Boing Boing
es un libro/cartoon super entrañable. ¿quién no se ha sentido raro, desencajado
con el mundo alguna vez?
Dr Seuss tenía una destacable
virtuosidad para representar personajes fuera del foco de sus sociedades, y
este es un tierno ejemplo, como de todo lo que no encaja a veces en las cosas
que los bebés deben hacer a determinada edad.
El corto está en inglés sin
subtítulos pero es fácilmente comprensible.
Les va a encantar, son sólo 6
minutos de absoluta verdad y ternura.
Gerald es un niño de 2 años que es la edad en la que los niños comienzasn a hablar, sin embargo en lugar de hablar, Gerald emite sonidos.
El padre, gris y de todos colores, llama al médico, porque no es normal, pero el médico dice que nada puede hacer y se retira sin más. Los padres deciden enviar a Gerald a la escuela de la que es inmediatamente rechazado porque no pueden con el caso.
Tal es la pena que causa esto en Gerald que decide irse de casa y en el camino encuentra un agente de radio que lo contrata para hacer sonidos especiales en los radioteatros de la emisión que dirige. (¿no es una historia genial?)
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